Jacob Aquino Muñoz.
24 de diciembre de 2013.
Como un regalo de navidad, mal regalo por cierto, el día de ayer, el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) publicó el Índice Nacional de Precios al Consumidor, con corte a la primera quincena de diciembre de 2013.
El dato más relevante fue que durante el presente año, la inflación creció un 3.86%, con lo cual el crecimiento de los salarios mínimos del 2013 queda prácticamente nulificado en todo el territorio nacional.
El principal culpable de que así esté sucediendo, no solamente en este año sino desde años anteriores, es el incremento mensual que se vienen aplicando a los combustibles.
Los otros rubros que más afectaron al crecimiento de la inflación de este año, fueron los aumentos de los precios en servicios turísticos en paquete, transporte aéreo, metro o transporte, gas doméstico LP, electricidad y vivienda.
Chiapas cerró el año 2012 con un salario mínimo diario 59.08 pesos. Este es el salario mínimo autorizado para la zona “B” donde se incluye la entidad chiapaneca.
Para el año 2013, el salario mínimo diario de la zona “B” se incrementó a 61.38 pesos, lo que significa un incremento de 3.8%.
Lo anterior describe claramente como la inflación borró prácticamente todo el incremento salarial autorizado en este año.
De esa forma, el mecanismo de autorización de los salarios mínimos se ha transformado en el principal enemigo de la clase trabajadora, en virtud de que se encuentran en plena indefensión ante los embates de todos los agentes del mercado económico.
El salario mínimo es utilizado en México para controlar la inflación y favorecer las exportaciones hacia EU, nunca para favorecer a la clase trabajadora. La propia Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha criticado este mecanismo.
Recordemos que México ratificó el convenio 121 de la Organización Internacional del Trabajo, el cual, para fijar el salario mínimo, exige tomar en cuenta las necesidades del trabajador y su familia como factores económicos en relación con el nivel de desarrollo del país, la productividad y la conveniencia de lograr un alto nivel de empleo.
Eso no está pasando en México. La política restrictiva, con bajos salarios, asegura la rentabilidad de las empresas, aun si no hay aumento de la productividad, pero inhibe la innovación tecnológica en países donde predominan las actividades intensivas en mano de obra.
Por esa política restrictiva, aplicada durante más de 30 años, México va en picada mientras otros crecen en materia salarial, incluso países de menor desarrollo que el nuestro.
El salario mínimo ha llegado a duplicarse en algunos países latinoamericanos. Un ejemplo de ello es el salario mínimo de Nicaragua, donde creció más que su producto interno bruto.
México se aparta totalmente de ese crecimiento salarial latinoamericano. Entre1980 al 2000, el salario mínimo mexicano perdió más de las dos terceras partes de su valor y luego se erosionó más de 7 por ciento hasta 2009.
En plena crisis financiera, México fue uno de los pocos países de la región que no tuvo una política salarial activa. Además de bajo, ese sueldo se mantuvo sin variación entre 2008 y 2012, cuando la caída de su PIB fue de las más altas en la región.
Por eso mismo, el aumento del salario mínimo anunciado para el año 2014 no alegra a nadie. Los trabajadores tienen toda la razón. Debe haber más equidad en esta materia, pero creo que eso, en el gobierno, a nadie le interesa.
Los gobernantes están más ocupados en cosas más redituables para su futuro político. El resto de los mortales debemos seguir aguantando los embates del presente.
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