jueves, 8 de agosto de 2013

VÍA CRUCIS

Jacob Aquino Muñoz.

08 de agosto de 2013.

El hombre desdichado busca un consuelo en la amalgama de su pena con la pena de otro. Milan Kundera, novelista y ensayista checo.

Vía crucis significa “camino de la cruz” y se refiere a las diferentes etapas o momentos vividos por Jesús desde el momento en que fue aprehendido hasta su crucifixión y sepultura. 

La expresión se usa también comúnmente para expresar todo tipo de dificultades que se presentan en la vida cuando se quieren alcanzar ciertos objetivos. A esto se refiere mi artículo de hoy, sobre la vía crucis que hay en Chiapas para pagar impuestos o derechos para obtener un servicio público.


El lunes pasado me di cuenta que mi licencia de conducir estaba vencida, por lo que ese mismo día decidí iniciar los trámites para renovarla. Craso error, de verdad, no sabía la cantidad de dificultades que iba a enfrentar.

Por teléfono, la dirección de tránsito me recomendó realizar mi trámite de canje de licencia de conducir en el módulo ubicado en la presidencia municipal de Tuxtla. Para llegar a dicho módulo, hay que acceder, necesariamente, por la vía dolorosa, es decir, por las angostas calles del centro, pasar “uno a uno o ninguno” y buscar estacionamiento público a 10 pesos la hora, mínimo a 2 cuadras de distancia.

Con las primeras gotas de sudor llego. Suerte, el módulo de expedición de licencias estaba vacío, sin gente, salvo la encargada de atenderlo. Una rápida revisión de mis documentos y me entrega una orden de pago del derecho, el cual se tienen que realizar en las cajas de las oficinas de recaudación de hacienda del estado. 

Ya había transcurrido la primera hora desde la salida de casa y creí que podía lograr el trámite de inmediato. Iluso.

Bajo rápidamente a la oficina de recaudación de hacienda del estado que está ubicada en la calle central, a un lado de la presidencia municipal. Me doy cuenta que la fila de contribuyentes salía hasta media calle, la mayoría jadeando por el calor y el coraje. Una educada mentada de madre proveniente de un chofer de combi y la fila de contribuyentes da paso a los vehículos.

No. Yo no quiero morir de esta forma, por un golpe de calor o por un golpe de la defensa de algún vehículo. Recordé que 4 cuadras hacia el sur había otra oficina de recaudación y allá voy de inmediato, esquivando vehículos y puestos de vendedores ambulantes. Las únicas partes con sombra, estaban ocupadas por personas indigentes que piden limosnas. Todo mi cambio quedó en sus manos en los primeros 100 metros de recorrido.

Jadeante y chorreando cantidades anormales de sudor y sin morralla, llegó a la oficina de recaudación ubicada en la calle central y 2 sur. Sorpresa. Dicha oficina está cerrada, clausurada, expulsada del edificio. Solo quedan sus tristes módulos que recuerdan sus días grandes de grandes filas contribuyentes tristes.

Con las manos vacías, sudado y algo encabritado, me regreso a la anterior oficina. Sorpresa, la fila de contribuyentes había crecido al doble. Empecé a sospechar que en las filas había un tipo de reproducción sexual porque su crecimiento era exponencial. Pagaba uno y crecían dos. 

Tomé otra decisión rápida, pero nada inteligente. Decidí ir a la oficina de recaudación ubicada en Plaza Cristal. Jadeando y con algo de espuma en la boca, por el calor y el coraje, llegó al estacionamiento donde dejé mi vehículo en el vivo sol. Pago y arranco, pero primero lo clásico, ardores de nachas y manos por manejar un vehículo en Tuxtla a las 12 am. Ya habían pasado las dos primeras horas de trámite.

Después de salir por la vía dolorosa de forma ardorosa, me meto a otra peor. Que cruz ni que nada, no hay mayor penuria que transitar calles tuxtlecas, llenas de vehículos y con un calor incesante, sin aire acondicionado y bocinazos del transporte público por atrás, delante y todos lados. Los ardores iban creciendo y el encabronamiento también.

Casi una hora más tarde, por fin llego a Plaza Cristal y una ráfaga de aire acondicionado pega justo en el centro de mi coraje. Empieza a bajar, siento mi ánimo mejorar. Otro susto, la fila de contribuyentes era tan larga como la de la oficina del centro. 

Susto inútil, la fila de personas era para el módulo de gobierno exprés para tramitar actas de nacimiento. Las cajas de pago de la oficina estaban prácticamente vacías, solo 2 contribuyentes e igual número de servidores públicos. 30 minutos después alcancé mi objetivo, salí orgulloso, mostrando a todos mi recibo de pago de 1,166 pesotes. Ya habían transcurrido 4 horas de trámites, sudores, encabronamientos y carreras.

Media hora más de ardores de nachas y manos manejando en vivo sol, llegó de nuevo al centro de Tuxtla por la vía dolorosa. Estaciono en estacionamiento. Camino 2 cuadras bajo el sol y llego al módulo de canje de licencias. Sorpresa, el módulo ya había cerrado.

Ni una cerveza bien fría con su respectiva botana lograba disminuir mi acaloramiento ni mi coraje. Por obvias razones rechacé la marca Sol, pero me vi en la penosa necesidad de duplicar dosis. Más tarde, sin paga y sin licencia regresé a casa. Ya solo me faltaba que me multaran por conducir sin licencia o que me orinara un chucho, que es lo mismo.

Comentarios al Correo electrónico: jaquinom23@hotmail.com. Twitter @jaquinom23.  http://jacobaquino.blogspot.mx/

Artículo también publicado en el Es Diario Popular http://www.esdiario.com.mx/opinion/14728-letras-vivas




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