Jacob Aquino Muñoz.
31 de octubre de 2013.
Desde la semana pasada, empezó a circular información sobre la salida de dependencias públicas y empresas privadas que ocupaban la Torre Chiapas. Afortunadamente, no se trató de ningún incendio, pero seguramente más de un exfuncionario saldrá quemado.
De acuerdo a información publicada por diversos medios de comunicación, el desalojo de los “okupas” de la Torre Chiapas fue por un supuesto adeudo de 15 millones de pesos al fisco federal, de la empresa operadora de ese edificio.
En privado, otras malas lenguas dicen, sin tener la total seguridad o documentos que lo avalen, que la Torre Chiapas fue embargada por un supuesto grupo empresarial que la construyó y que ahora, por pura casualidad, son los dueños legales de dicho edificio.
Podrían haber más versiones sobre este hecho, porque la mente humana es capaz de realizar cualquier inventiva y podría, de tanto repetirla, convertirse en UN verdadero infierno.
Independientemente de la veracidad de la información que circula de manera real y virtual, la verdad es que muchas dependencias andan como “pollitos en fuga”, pidiendo posada en cualquier lugar. Un hecho lamentable, para la credibilidad y la estabilidad del gobierno.
Busqué información en la página web del Instituto de Comunicación Social del Gobierno del Estado y no existe información oficial, hasta el momento, que pueda aclarar el suceso de ese edificio emblemático de la corrupción gubernamental.
La Torre Chiapas está envuelta en un enorme mar de corrupciones que salpica, a funcionarios de la pasada administración de gobierno, principalmente, al último titular de la Secretaría de Hacienda del Estado del sexenio sabinista, que ha sido el orquestador de las más grandes tramas corruptivas en la historia de Chiapas.
La Torre Chiapas está salpicada de corrupciones aún antes que naciera su proyecto constructivo. Su mar de corrupciones se empezó a llenar a partir de la ejecución de la famosa “bursatilización”.
Si usted, amable lector, no sabe que fue la famosa bursatilización de Chiapas, le diré que es una maniobra que realizaron funcionarios públicos del sexenio pasado, que lo endeudaron a usted, a sus hijos, a sus nietos y demás descendencia que venga en camino, por 30 años.
En el 2007, el gobierno chiapaneco vendió bonos fiduciarios, por la cantidad de 5 mil millones de pesos, respaldados por el Impuesto sobre Nóminas. Por sus condiciones favorables, estos bonos se vendieron como “pan caliente”.
Del famoso crédito de la bursatilización, más de 500 millones de pesos se quedaron en el camino. Según la cuenta pública del 2007, por ese concepto, el gobierno estatal solo registró ingresos por la cantidad 4,465 millones de pesos, y una deuda de 5 mil millones de pesos.
Al mes de marzo de este año, la deuda original de la bursatilización se había elevado a más de 6 mil millones de pesos, pese de haber enviado al fideicomiso administrador cerca de 4 mil millones de pesos, provenientes del impuesto sobre nóminas recaudados entre 2008 y 2012.
La deuda de la bursatilización no está registrada contablemente como deuda pública. Está estratégicamente escondida contablemente en “cuentas de orden” y, por lo tanto, es “top secret”.
En las cuentas públicas subsecuentes al 2007, existe algo de información sobre la aplicación de esos 4,465 millones de pesos. La mayoría de esos recursos fueron autorizados para terminación de obras, así como también para la edificación de la Torre Chiapas.
Como puede deducir de este breve relato, usted, amable lector, y sus hijos, nietos y tataranietos, deben pagar los costos de la famosa bursatilización. Entonces es claro que el dueño de La Torre Chiapas es usted y todos los ciudadanos que contribuimos fiscalmente al gobierno estatal. El testaferro es el gobierno, pero los verdaderos dueños son todos los ciudadanos de Chiapas.
Si no es así, si por una trampa legaloide ahora el dueño es otro, entonces, amable lector, le recomiendo comprar “cremita” para untarla en los lugares más recónditos del cuerpo, porque parece que a los ciudadanos nos la dejaron ir hasta la empuñadura, por todos lados y a largo plazo, por 30 años.
Si pese a la “cremita” no aguanta el dolor, ya sea por el tiempo de soportarla o por el tamaño de la deuda, comparta esta información con los vecinos que tienen hijos en edad laboral y que pronto empezarán a contribuir. No le reducirá en nada su carga fiscal ni su coraje, pero al menos le quedará la satisfacción de hacer enojar a su vecino.
Página web http://www.letrasvivas.com.mx/
Artículo publicado en "ES Diario Popular" http://www.esdiario.com.mx/opinion/16343--infierno-en-la-torre