lunes, 16 de diciembre de 2013

REFORMA ENERGÉTICA CONSUMADA

Jacob Aquino Muñoz.

16 de diciembre de 2013.

El pasado 11 de diciembre, por la madrugada, el Senado de la República aprobó la reforma energética, con una férrea oposición de los legisladores de izquierda y un sector importante de la ciudadanía.

Para tener validez, esta reforma tuvo que pasar a la aprobación posterior de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, en donde los legisladores federales, más rápido que un gallo, la aprobaron.

La reforma energética modifica tres artículos de la Constitución, por lo cual tiene que ser aprobada por la mayoría de los Congresos de las entidades de la República. 

El Congreso del Estado de Chiapas fue el primero en aprobarla, en una rápida y superficial sesión de los legisladores. Una discusión de dos horas bastó, para lograr la aprobación legislativa chiapaneca en este delicado tema. 

Ser el primero en lograrlo, seguramente, dará a los legisladores chiapanecos puntos positivos ante los ojos del gobierno federal y de quienes toman las decisiones en este país, pero también serias críticas por la superficialidad en discutir tan delicado e importante tema del desarrollo nacional.

Independientemente de los beneficios y maleficios que provoque a los legisladores chiapanecos ser los primeros en lograr la aprobación, las reformas constitucionales en materia energética tienen que seguir este camino entre las demás legislaturas estatales, lo cual, por cierto, ya está muy cerca de lograrse en la mayoría de ellas.

Al igual que en Chiapas, las legislaturas que han aprobado la reforma energética han sufrido protestas y rechazos de una parte de la sociedad.  El sábado, los congresos de Jalisco, Campeche, Nayarit y Quintana Roo ratificaron la reforma energética aprobada por el Congreso de la Unión.

Igualmente, ya dieron su aval las legislaturas de Baja California Sur, Sonora y Coahuila también dieron su aval. Hasta el día de ayer, por la mañana, con la aprobación que generó el Congreso del Estado de Yucatán, sumaban catorce entidades que habían aprobado las reformas constitucionales en materia energética. 

Se requieren aprobaciones de 17 legislaturas estatales para lograr la mayoría. Es de esperarse que el día de hoy se supere ese número, con lo cual esta reforma energética pasará este tamiz requerido y solo faltará la publicación del Ejecutivo Federal.

Con esta reforma, se podrá fin a la política energética que Lázaro Cárdenas inauguró en 1938 con la expropiación petrolera. Con ello, México pasará la página a 75 años de nacionalismo en la industria energética.

La reforma modifica tres artículos de la Constitución, lo que permite la entrada de las empresas de capital privado a la industria energética mexicana mediante contratos de servicios, de utilidad y producción compartida.

El Estado, a través de una Comisión Nacional de Hidrocarburos, será el encargado de otorgar los contratos a las compañías para exploración y extracción.

Además, la reforma le da un margen de dos años a las empresas públicas descentralizadas, PEMEX y CFE, para convertirse en “empresas productivas de Estado”, un término ambiguo que las llama a ser más competitivas y adoptar las mejores prácticas a nivel internacional. 

El nuevo esquema dibujado en la reforma otorga a Pemex prioridad a la hora de elegir yacimientos, con el permiso de la Comisión Nacional de Hidrocarburos. De esta forma se asegura seguir siendo competitiva frente a otras empresas que podrían comenzar a trabajar con mayor capacidad y mejor tecnología.

La reforma aprobada crea también el Fondo Mexicano del Petróleo para la Estabilización y el Desarrollo, una gran bolsa que gestionará las ganancias de Pemex. 

Según han dicho las autoridades, este dinero será destinado a pagar el gasto corriente, el presupuesto de egresos, a financiar proyectos de ciencia y tecnología y a cubrir la pensión universal, entre otras cosas más. 

Lo cierto, nos guste o no, es que la reforma energética prácticamente está aprobada y consumada. El pataleo y los berrinches podrán durar unos días más, pero serán solo eso. Me gusta el 28 de diciembre, el “día de los inocentes”, para que sea el gran día de la consumación definitiva de este proceso.

Los ciudadanos esperaremos los resultados que verdaderamente nos importan, que no es otra cosa que tener combustibles más baratos, que no suban mes con mes, que se acaben los famosos gasolinazos que calan nuestros bolsillos.

De eso, ninguna autoridad ha dicho nada. Es tema tabú, porque seguramente nadie sabe, a ciencia cierta, cuáles serán los verdaderos resultados.



CHIAPAS

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