miércoles, 16 de octubre de 2013

MORIR EN LA FILA DE COBRO

Jacob Aquino Muñoz.

16 de octubre de 2013.

El día de ayer, los jubilados del Gobierno del Estado no cobraron sus pensiones, por los cierres a los accesos al Palacio de Gobierno y la Torre Chiapas, por parte de los maestros en paro.

No hubo ningún comunicado gubernamental, ningún aviso, ningún funcionario que pudiera indicar los procedimientos que pondrán en marcha, porque deben de ponerlo, para realizar el pago a los jubilados de la burocracia estatal.

Tenemos entendido que a todos los trabajadores estatales en activo, ya les depositaron sus sueldos y, desde el jueves pasado, les dieron descanso porque no pueden tener acceso a sus lugares de trabajo. Mientras los jubilados se quedaron colgados de la brocha.

Es inaudito que en estos tiempos modernos, aún el gobierno estatal tenga ese procedimiento de pago de pensiones tan arcaico, con trámites tan engorrosos, con grandes filas cada quincena. Gasto inútil, tanto para el que paga, como para el que cobra. 

Además de tener que acudir al centro de la ciudad capital, cada quincena los jubilados tienen que atravesar todo el parque central, sorteando puestos del comercio ambulante, boleros insistentes y, ahora, cuidando de no pisar algún maestro o maestra o no cortarse el pescuezo con tanto lazo de las carpas y casas de campaña. 

A un jubilado reciente, es decir a un jovenazo de 64 años, le toma 15 minutos cruzar todo el parque. A los más antiguos el doble o el triple de tiempo, según la cantidad de líquido en las rodillas o la gota en el pie. Las condiciones físicas y la edad marcan la pauta en la travesía. 

Para atravesar el parque en busca del cheque prometido, ningún jubilado se atreve a imponer un record de tiempo, porque eso, para ellos, es deporte de alto riesgo. En cada quincena, es permanente la condición de volverse el “chico más malo” de la fila de cobro.

Cuando al fin pueden llegar a las puertas de palacio, cada jubilado tiene que pasar todas las revisiones del control de acceso, en donde le revisan hasta el pegamento de sus dentaduras. Después a esperar, en eternas filas que caminan más lento que su propia existencia, el pago de su cheque. 

En la fila de cobro de sus pensiones, los jubilados que llegan en sillas de ruedas tienen ventaja porque descansan y pueden dormir a ratos. Entre siesta y siesta, saludan a sus excompañeros de trabajo, platican como si conocieran, pero realmente muchos ya no recuerdan ni quiénes son.

Después de las largas filas para el cobro del cheque, pueden cambiarlo en efectivo, en la ventanilla de COMETRA. Un jubilado pide que le cambien su cheque en billetes y monedas de baja denominación, con la esperanza de gastarlo a cuenta gotas. Otros al contrario, piden cualquier denominación de billetes, porqué, según argumentan, de igual manera llegando a casa se los quitan.

Son historias que se repiten cada quincena. Algunos jubilados ya no llegan. Se quedan en el camino, esperando que la fila para subir al cielo no sea igual, de tanta penuria.

Cuando un jubilado fallece, los sustituyen dos o tres más. Llegan las nuevas camadas. Sangre nueva en cuerpo viejo. Los nuevos jubilados sonríen, porque creen que ha llegado a la mejor meta de su vida. No saben que entrarán a la peor etapa de su existencia, con una pensión que se reducirá tan rápidamente como su calidad de vida.

La pensión de un jubilado estatal es raquítica, apenas alcanza para el primer fin de semana, cinco días a lo máximo. Si fueran más jóvenes, dirían que dura más la menstruación que la pensión. 

La verdad es que ni la fatiga de cobrar el cheque se les ha quitado, cuando la pensión ya se acabó. Ese es un destino que corren muchos empleados en este país, porque no existen las formas adecuadas, para asegurar una pensión más generosa. 

A los trabajadores de confianza del Gobierno del Estado, cuando los pensionan, les aplican las normas jurídicas que se les pega la gana a los funcionarios públicos encargados se asignarlas. A unos benefician, a otros los afectan grandemente. No hay una norma específica para ello.

Los trabajadores estatales de confianza que son pensionados, no tienen ninguna seguridad social ni acceso a los sistemas de salud. Seguramente, el gobierno piensa que así se morirán más rápidamente. Es una macabra estrategia de ahorro financiero. 

Es un trato inhumano, sobre todo, proveniente de aquellos políticos que vemos todos los días, en un espectacular, en una foto en los diarios locales, abrazando a un viejito. 


Artículo publicado en "ES Diario Popular". http://www.esdiario.com.mx/opinion/16034-morir-en-la-fila-de-cobro

viejitos

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