martes, 29 de octubre de 2013

PAGAR, REGRESAR O GARROTAZO

Jacob Aquino Muñoz.

29 de octubre de 2013.

El pasado domingo, por la mañana, tuve la oportunidad de ir a pasear en motocicleta a San Cristóbal de Las Casas. Decidí tomar la vía de la autopista que comunica a esa ciudad con la capital del Estado. Buena decisión, no sabía que obtendría material, para redactar este artículo.

Al llegar a la caseta de cobro, observé que estaba tomada por una cantidad pequeña de jóvenes encapuchados, armados de palos y piedras. Por la forma de hablar, supuse que eran indígenas. 

Estos jóvenes estaban cobrando a cada vehículo, una cantidad superior a la tarifa autorizada, para permitirles el paso. Yo les mencioné que el costo de peaje de las motocicletas era la mitad de la cantidad que estaban cobrando. 

Ante ello, me dieron a elegir entre las siguientes tres opciones: La primera, pagar la cantidad que ellos pedían. La segunda, dar la media vuelta en silencio. La tercera, un garrotazo bien puesto entre ceja, oreja, nuca y espalda. 

No lo pensé dos veces. Tomé la primera opción y pagué la cantidad que ellos pedían y un poco más, porque no me devolvieron el cambio. Levantaron manualmente la barrera de la caseta, encendí mi moto y proseguí mi camino, sin mirar atrás, porque corría el riesgo de que me dieran una pedrada de despedida.

Los ciudadanos debemos acostumbrarnos a estas acciones, porque así es la vida ahora en Chiapas, donde cada quién impone su ley y sus condiciones. Además lo hacen con toda impunidad, sin que ninguna autoridad impida sus acciones.

Los jóvenes que estaban cobrando ilegalmente en la caseta de cobro, lo hacían muy cerca de una gran cantidad de policías estatales, que estaban estacionados a escasos metros. 

La cantidad de policías superaba en tres veces más al número de jóvenes encapuchados que tenían tomada la caseta, pero no hacían nada, parecían divertidos con la situación. Además, 500 metros más atrás, estaba ubicado un retén policiaco, al que acababa de pasar. 

Fui de los afortunados que los policías de ese retén seleccionaron para la revisión. Ninguna revisión exhaustiva, ni mis documentos me pidieron, solo me hicieron las dos tradicionales preguntas, que toda la gente hace a los motociclistas: ¿cuánto vale tu moto? y ¿a cuánto corre tu moto? 

Aunque parezca increíble, cuando voy en la motocicleta, a mí me ha tocado en dos ocasiones, que la gente se baje de su vehículo y me detenga, solo para hacer las dos clásicas preguntas anteriores. Sinceramente, de esa forma, te sacan toda la información y también casi todo el aire del cuerpo, por el susto.

Los motociclistas estamos acostumbrados a que casi siempre nos detengan en los retenes policiacos o del ejército. Regularmente, solo lo hacen para admirar un poco más de cerca a las motocicletas y saciar un poco su interés hacia ellas. Como respondas en estos retenes, depende que no te revisen hasta el último pliegue de la salida de los desechos orgánicos. 

Aunque es verdaderamente molesto, cualquier ciudadano inteligente quiere comprender la necesidad que tienen los retenes policiacos, para garantizar la seguridad pública. 

Así me sentí el domingo, muy inteligente y muy feliz, creyendo en la seguridad que todo ciudadano debe disfrutar y que todo gobierno debe garantizar. Mi felicidad duró escasamente 500 metros, cuando llegué a la zona de los jóvenes encapuchados que imponían su ley en la caseta de cobro. 

Llegando a San Cristóbal de Las Casas, sobre el periférico, tuve que pasar otro control de pago impuesto por unas personas más. Ya ni pregunté nada, ni quienes eran ni porqué lo hacían, solo saqué la paga que me pidieron. 

De regreso, por la tarde, los jóvenes encapuchados todavía seguían controlando la caseta de cobro de la autopista. De nuevo, me hicieron las tres mismas ofertas de la mañana: Pagar, regresar o garrotazo.


Artículo publicado en "ES Diario Popular". http://www.esdiario.com.mx/opinion/16289--pagar-regresar-o-garrotazo

caseta


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