Jacob Aquino Muñoz.
3 de octubre de 2013.
Las medidas templadas, que equivalen a remedios prudentes, son hartamente nocivas cuando el mal es violento. William Shakespeare, escritor británico.
Dice un viejo refrán popular que “las deudas viejas no se pagan y las deudas nuevas se dejan envejecer”. Indudablemente, este pensamiento tiene como objeto desnudar a quienes no pagan las deudas contraídas, pero también, hay que decirlo, que para el hombre honrado, las deudas son una amarga esclavitud.
Las deudas acaban con amistades, parentescos e inclusive con la vida misma de las personas. Las deudas son como cualquier otra trampa en la que se es muy fácil caer, pero de la que es dificilísimo salir. Quién no se mide con las deudas, tarde o más temprano, pagará las consecuencias.
Así está sucediendo en las finanzas públicas de la mayoría de las entidades del país. Las consecuencias del endeudamiento público desmedido, ya está llegando a sus límites y, por lo tanto, como única opción viable, los gobiernos estatales tienen que reducir sus gastos administrativos.
El día de ayer, el Gobierno de Quintana Roo comunicó la desaparición de cinco dependencias de la estructura administrativa estatal, a causa de la deuda pública del estado, que asciende a 18 mil 984 millones de pesos. Con esa decisión, se prevé que mil 280 servidores públicos de esa entidad perderán su empleo, los cuales se sumarán al despido de mil empleados municipales más del ayuntamiento de Othón P. Blanco.
Urgentemente, por su alto nivel de endeudamiento público, el gobierno del estado de Chiapas y el gobierno municipal de Tuxtla Gutiérrez, necesitan seguir con ese ejemplo y, emprender en el corto plazo, una reforma integral de su estructura administrativa, que les permita reducir gastos burocráticos.
Por ejemplo, el gobierno municipal de Tuxtla Gutiérrez ha informado públicamente que una de las causas de la debacle financiera del Sistema de Agua Potable (SMAPA) es la enorme plantilla de personal que actualmente mantiene ese organismo. Ya informaron del problema, pero no emprenden ninguna acción que pueda revertirlo.
Seguramente las autoridades municipales le están apostando a que el proyecto de privatización de SMAPA realice lo que ellos no quieren hacer, que es despedir parte de su plantilla de personal y reorganizar organismo. En Tuxtla, parece que es igual de difícil tapar el hoyo de un bache, que un boquete financiero.
Casi todos los gobernadores que ha tenido Chiapas en los últimos 30 años, han impulsado una reforma de la administración pública estatal, dando un sello propio a su gobierno. Con esta renovación de la administración pública estatal, en cada cambio de gobierno desaparecieron dependencias, otras se crearon y algunas más solo cambiaron de nombre y de funciones.
Era un morir y nacer de la burocracia cada seis años, porque en cada renovación administrativa, también se daba una casi total renovación de funcionarios públicos de primer nivel, principalmente, de directores de área para arriba.
El gobierno de Patrocinio González Blanco Garrido fue más allá, no solo barrió con todos los funcionarios de primer nivel que había heredado del gobierno anterior, incluso se sustituyeron a casi todos los jefes de departamento y de oficina.
Muchos profesionistas, incluido un servidor, vivimos y nos desarrollamos en esa cultura de cambio administrativo gubernamental. La barredora nunca consideraba capacidades, solo amistades y compromisos de grupos políticos que accedían al poder.
En cada cambio sexenal, obligadamente, por las buenas o por las malas, se tenía que renunciar al puesto de trabajo y procurar obtener otro en el corto plazo. Solo había que esperar a que algún “inútil recomendado” metiera las patas o las manos, para que se abrieran las oportunidades de nuevo.
Aún sobre esas malas experiencias, considero que la renovación de la estructura administrativa estatal debe darse en cada etapa gubernamental. Es recomendable, porque en cada renovación de gobierno se renuevan también las esperanzas ciudadanas. El cambio de la estructura gubernamental indica que habrá también un cambio en la manera de hacer las cosas en Chiapas.
El pasado gubernamental, bueno o no, debe quedar en eso, en el pasado. En el presente solo es recomendable mantener los programas y las estructuras gubernamentales que tuvieron éxito y cancelar todos aquellos que se constituyeron en rotundos fracasos.
En vista de los resultados pasados, la renovación del gobierno debe ser total y, más en estos momentos, que está por abrirse la temporada de análisis y autorización del presupuesto público.
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Artículo también publicado en "ES Diario Popular". http://www.esdiario.com.mx/opinion/15775--transformar-la-administracion-publica
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