Jacob Aquino Muñoz.
18 de septiembre de 2013.
Es difícil hacer que un hombre entienda algo cuando su salario depende de que no lo entienda. Upton Sinclair, novelista y escritor estadounidense.
La noche del 15 de septiembre del 1810, pasó a la historia como uno de los acontecimientos más significativos para nuestro país, ya que en esa fecha tuvo lugar el Grito de Independencia protagonizado por don Miguel Hidalgo y Costilla.
Fue no solamente un grito, sino el inicio de la gran transformación de nuestro país, su independencia de la corona española. Hay mucho que recordar en ese día y, por ello, es la fiesta popular más arraigada en México. Los festejos del grito nos conmueven a todos, llenan las plazas mexicanas y reúne a las familias y los amigos frente a las mesas donde corren ríos de tequila y se consumen toneladas de tacos y pozole.
Desafortunadamente, el tradicional grito de Independencia de este año tuvo que celebrarse dentro de espacios amurallados, tanto en la capital del país como en la capital de Chiapas.
Las murallas fueron levantadas para evitar posibles confrontaciones con los maestros que se encuentran en paro en rechazo a la reforma educativa, así como también permitir la celebración de los festejos patrios.
Las personas que pudieron acceder al zócalo de la capital del país, tuvieron que pasar al menos seis puntos de revisión, donde hubo exhaustivos procesos de auscultación.
Sin importar esos inconvenientes, los ciudadanos llenaron la plaza principal de la ciudad de México, donde justo a las 11 pm, el Presidente Peña Nieto dio el grito de Independencia desde el balcón de Palacio Nacional. La ceremonia fue breve y el Presidente de la República se retiró de inmediato de Palacio Nacional, para organizar la atención de las contingencias meteorológicas que han afectados diversas regiones del país.
En Chiapas, igualmente el grito de independencia se celebró dentro de un recinto amurallado, para evitar las manifestaciones de los maestros que mantenían su campamento plantonista a escasos metros de las murallas. El cerco de seguridad fue instalado con vallas metálicas de más de dos metros de altura y cientos de policías estatales y municipales que vigilaron el contorno.
Para acceder al parque central de Tuxtla Gutiérrez, los ciudadanos tuvieron también que pasar puestos de control. Cabe destacar que tuvieron paso preferencial quienes portaban una playera alusiva al partido que gobierna la entidad.
Una situación particular fue que en Tuxtla Gutiérrez se desarrollaron dos actos del grito de independencia. Uno dado por las autoridades estatales y el otro dado por los maestros. Ambos gritos casi se escucharon uno al otro, cada uno con su propia audiencia y su propio estilo. Parecían la personificación misma del criollo y del indígena, dos mundos diferentes, dos patrias, dos historias, la del vencedor y la del vencido.
Evocar el pasado hace daño cuando muchos consideran que están excluidos en el presente. Por ello, ha sido sumamente difícil para la elite gobernante actual afrontar estas celebraciones, el tener que respetar los ritos y símbolos heredados, rodeado de tanta disonancia en la sociedad.
La historia enseña que no hay nación a la medida de nadie, al gusto de cada quién, pero tampoco hay nación que se construya con las esperanzas de unos y las desilusiones de otros.
Si el presente no es de todos, el futuro si debe serlo. Por ello, los ciudadanos esperamos que las autoridades y el magisterio encuentren las soluciones que más convenga a la educación.
Artículo también publicado en “Es Diario Popular. http://www.esdiario.com.mx/opinion/15460-grito-amurallado
Artículo también publicado en http://letrasvivas.com.mx/Wordpress/
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